Una calavera es más interesante que un hombre muerto.
Confirmo que las yemas de los dedos se me están borrando,
que los ojos se me están hundiendo,
confirmo que a mí me dan las once y a ti una vida,
que una vida es nada cuando una hora confina todo,
que las yemas no son cubos de hielo en el Martiní que no bebes,
-siquiera en el acento que dejas muerto al escribir tu nombre-
Porque no hay oído que ruegue un sigilo;
porque la magia de sonetos,
los pies enlazados,
la plantilla de acentos:
no nos distingue el sáfico de uno yámbico;
Y no a mí, pues yo,
yo ya estoy muy cerca.