sábado, 2 de octubre de 2010

"Sal-ir"

Cohete de pólvora húmeda: mudo y sin altercar le viene la primera impresión al estómago.
¿No es hoy cuando la sangre de la nariz le brota a chorros por hacer lo imposible?
A Ella le sudan las manos y no deja de batir su fleco hacía la oreja.
Desea seguirla siempre.
“Siempre” es una palabra que duele al cerrar los ojos.
Observa al hombre que tiene a su costado tomar el control remoto y darle cinco o cuatro next al estéreo hasta encontrar la canción más romántica de Floyd, se estira el vestido y limpia su rostro de esos cabellos que se fueron a la boca.
Parpadea alegre y sonríe.
¿Cuándo fue la última vez que besó a alguien sin sentirse miserable?
Un sofá unísono al aire libre, agudo y armónico.
Él se encorva para jalar aire, lo sostiene poco; de pronto se siente superhéroe y cree que se merece un beso, humedece sus labios y mira a la mujer que tiene a su costado.
«Una mujer usa tacones,
se pinta los labios de rojo.
A partir de ése momento, ha quedado totalmente corrompida.
Para siempre.»