jueves, 22 de julio de 2010

I. El pay de ciruela

… Pero algo mucho mejor: se acercó a la reja que divide su departamento de la casa vecina y mientras esperaba ahí, llamó a Roberto para arrojarle un pedazo de pay. Rebecca sonrió incrédula, sacudió las manos para alcanzar las orejas de Roberto y me dijo: «todo siempre será importante».

La ciruela es una de las frutas que más aborrezco, el líquido ácido que rodea la semilla provoca una excitación salival muy pequeña y suficiente para hacer gestos. En el pay es distinto, pero sigue sin gustarme; lo como porque a Rebecca siempre le ha gustado. Siendo que Roberto olió el pan y se dio la vuelta para seguir con la bota que ya hacía pedazos, me puse alegre de saber que Roberto y yo sufríamos el mismo disgusto por la ciruela.

La mesa de círculo que ve llover y amanecer en un mismo día. La mesa que compró Rebecca para adornar su terraza es atendida para dejarla limpia y perdonar sólo el jugo. Se sienta cruzando las piernas y sigue diciendo que todas las cosas son importantes. Mientras habla me veo en su rostro, noto su piel y sus manos seguir el ritmo de su voz, como si las cuerdas de su tráquea flaquearan al verme y sentir la mirada clavada en sus ojos. Rebecca nos abandona para contestar el teléfono. Roberto la mira desde el otro lado con una agujeta en el hocico; cuando Rebecca desaparece, me acerco a la reja y me pide caricias lamiendo la mano que cuelga temerosa.

Roberto es un perro triste que tiene la mirada a medio párpado y huele a croqueta. Un tipo de sabueso beagle muy astuto que vive solo en el departamento de junto; tan solo como Rebecca, su dueño visita el departamento muy pocas ocasiones al mes pero deja suficiente alimento para que Roberto y unos cuantos gatos callejeros que entran imperceptibles se alimenten bien…