… Pero algo mucho mejor: se acercó a la reja que divide su departamento de la casa vecina y mientras esperaba ahí, llamó a Roberto para arrojarle un pedazo de pay. Rebecca sonrió incrédula, sacudió las manos para alcanzar las orejas de Roberto y me dijo: «todo siempre será importante».
La ciruela es una de las frutas que más aborrezco, el líquido ácido que rodea la semilla provoca una excitación salival muy pequeña y suficiente para hacer gestos. En el pay es distinto, pero sigue sin gustarme; lo como porque a Rebecca siempre le ha gustado. Siendo que Roberto olió el pan y se dio la vuelta para seguir con la bota que ya hacía pedazos, me puse alegre de saber que Roberto y yo sufríamos el mismo disgusto por la ciruela.
La mesa de círculo que ve llover y amanecer en un mismo día. La mesa que compró Rebecca para adornar su terraza es atendida para dejarla limpia y perdonar sólo el jugo. Se sienta cruzando las piernas y sigue diciendo que todas las cosas son importantes. Mientras habla me veo en su rostro, noto su piel y sus manos seguir el ritmo de su voz, como si las cuerdas de su tráquea flaquearan al verme y sentir la mirada clavada en sus ojos. Rebecca nos abandona para contestar el teléfono. Roberto la mira desde el otro lado con una agujeta en el hocico; cuando Rebecca desaparece, me acerco a la reja y me pide caricias lamiendo la mano que cuelga temerosa.
Roberto es un perro triste que tiene la mirada a medio párpado y huele a croqueta. Un tipo de sabueso beagle muy astuto que vive solo en el departamento de junto; tan solo como Rebecca, su dueño visita el departamento muy pocas ocasiones al mes pero deja suficiente alimento para que Roberto y unos cuantos gatos callejeros que entran imperceptibles se alimenten bien…
La ciruela es una de las frutas que más aborrezco, el líquido ácido que rodea la semilla provoca una excitación salival muy pequeña y suficiente para hacer gestos. En el pay es distinto, pero sigue sin gustarme; lo como porque a Rebecca siempre le ha gustado. Siendo que Roberto olió el pan y se dio la vuelta para seguir con la bota que ya hacía pedazos, me puse alegre de saber que Roberto y yo sufríamos el mismo disgusto por la ciruela.
La mesa de círculo que ve llover y amanecer en un mismo día. La mesa que compró Rebecca para adornar su terraza es atendida para dejarla limpia y perdonar sólo el jugo. Se sienta cruzando las piernas y sigue diciendo que todas las cosas son importantes. Mientras habla me veo en su rostro, noto su piel y sus manos seguir el ritmo de su voz, como si las cuerdas de su tráquea flaquearan al verme y sentir la mirada clavada en sus ojos. Rebecca nos abandona para contestar el teléfono. Roberto la mira desde el otro lado con una agujeta en el hocico; cuando Rebecca desaparece, me acerco a la reja y me pide caricias lamiendo la mano que cuelga temerosa.
Roberto es un perro triste que tiene la mirada a medio párpado y huele a croqueta. Un tipo de sabueso beagle muy astuto que vive solo en el departamento de junto; tan solo como Rebecca, su dueño visita el departamento muy pocas ocasiones al mes pero deja suficiente alimento para que Roberto y unos cuantos gatos callejeros que entran imperceptibles se alimenten bien…