“En la alacena de mi cuerpo
siempre tengo algo
por si quieres
por si se te antoja
por si vienes de visita
o te quedas a dormir”
Un par de vasos con Coca, sobres de ACT-II, una mancha en el piso de Tutsi Pop y huellas de zapato en los cojines. Un plato de cereal y fruta seca me alivian diciendo: «todo sigue parejo, no hace falta que me llames, te quiero igual.»
Me contento.
Lo cierto es que no gané el Virtuality Literario, no me llamó Jorge Herralde para ofrecerme publicar en Anagrama, pero me informan que Deniz y Lizalde me están buscando para partirme la madre.
De modo que, si hubiera dejado esas lecturas que mucho tenían de sacrilegio y locura:
Otro sería.
En seis minutos –calculo– el timbre hará eco en un armonioso canto de pájaros. Es hora (14:32) de los Testigos de Jehová. Si abro, terminaré aceptando que la redención es el camino a Dios. No sin antes haber citado a pocos desprestigiados paganos renacentistas.
No volverán.
“Natural Blues” suena en Much Music.
El vecino #26 camina con sus hijos. En su mano lleva al pequeño Ulises.
El vecino #28 se entristece. Perpetúa a su esposa.
El plato de frutas con cereal me dice que mi madre ha despertado contenta y se ha marchado, desde muy temprano.
A mí me dicen que el amor es una locura, que los perros no se bañan de noche, que la sangre de encías es normal, que me queda la barba y que los discos no se limpian con papel higiénico.
Sueño en reversa y despierto en una curva (estrecha).
De niño soñaba con Leia Organa. Digamos que era un amor efímero, como todo mi afecto. Soñaría también con April Pearson sino pensara en un instante álgido.
Cualquier otro día es mejor para hacerlo.
A mí me dicen que los sueños no se cuentan, que la A es una unidad y no una letra, que no hay vuelta de hoja en las palabras. A mí, el tipo de persona que se acompaña con revistas de mueblería en la sala de espera, me dicen que hasta la mirada confundo.
Me dicen que rebuzno porque me he hecho intolerante a mi voz, que sigo sin encontrar el entronque que me lleve a ti, que sigo esperando lo que se ha marchado y que no tengo buen gusto en los cuadros de comedor.