lunes, 27 de diciembre de 2010

Acá, mientras el año pasa.

No hay nada más cabrón que un mingitorio sin agua en la mañana, o un fin de quincena en año nuevo, nada peor que un monstruoso informe mensual que dejas en el escritorio del titular con el anhelo de que algún día lo lea. Es el mismo vacío de hace días en esta oficina. ¿Desde cuándo me he involucrado tanto en esto? Me fui de Facebook porque me cansa ver a tantas personas vaciando estados de ánimo que no importan a nadie. Acá es otra cosa, siempre será otra cosa.

He dormido pocas horas. Vomitado tanto bacardí y fumado tantos cigarros como mujeres visto la noche en la que apenas te recuerdo. No sé exactamente cómo mi camisa ha llegado hasta esa silla, o cómo es que tu voz y tus manos los traigo juntito al recuerdo e incluso el olor de tu cabello en mi mano me da la impresión de haber estado contigo. Al cabo de cinco minutos Notifier_Caffeine suena débil bajo mi pantalón y me alegra tanto no haber perdido el chingado aparatito. Siento que mi piel ha oscurecido toda la noche y que los pulmones me han explotado mientras dormía. Sigo un estilo de vida menos atractivo tratando de hallar el pasado por reemplazos más útiles. Paso la noche contigo. En tu casa, mañana, a la misma hora.

Hay días más largos que uso para no dejar de soñar un mensaje tuyo; si Eres el tipo de mujer que impresiona verle en las calles y hasta inevitable resulta quitar la mirada de esas nalgas que en la estética de lo perverso son “bellas” como sean. Que alguien le notifique a Facebook que estoy muerto, por unos días; mientras yo me pongo a hablar de ti, aquí.

No quiero comprar regalos de navidad como aquellos años de infancia en los centros comerciales que huelen a carnes frías. No quiero uvas. No quiero ser Yo el que empiece el brindis con palabras que duerman a la abuela. Me despido del año con diez o veinte cabellos menos en mi cabeza, una disnea que se prolonga y un miedo suculento a lo nuevo. Despido el año con quince pesos en la bolsa y una lista interminable de buenos e ingenuos propósitos que –por supuesto- jamás cumpliré.


¡Salud! Por esos Anónimos que se han hecho uno solo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Olor-es

Cuatro cuadras arriba y mi portafolio negro que cerré con nueva clave. Doy vuelta y encuentro la colilla de cigarro que pisé ayer. Ahora la pateo hasta la coladera. Algunos rozan mi hombro con sombrillas o bolsas, especialmente mujeres. Van aprisa. En la avenida corren dos niños con mochilas; llega a mí ese olor a lápiz al pasar por la escuela.

«el tiempo se ha dormido a la luz del sol».

Observo el reloj y siento como ayer, que no llevo prisa. Pruebo mi vista con el espectacular que me invita a descubrir un cambio de vida al comprar una loción de caballero. Caminaré hasta doblar la siguiente cuadra. Llevo el portafolio y lo escolto como si adentro hubiese algo que importara; no hay más que hojas, hojas que le importan un carajo al mundo.

Lorena gracias por el link y la fotografía.